Museo Cátedra Ramón y Cajal
Encontrar en Madrid espacios que te sorprenden, pues creías haberlo visto “casi” todo, es cada día más habitual, y es porque no conocemos ni una pequeña parte de lo que esta ciudad alberga dentro de sus edificios. Hoy os mostramos otra muestra de lo que decimos, nos vamos de visita al Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) donde el recuerdo del Premio Nobel Ramón y Cajal está muy presente.
Para hablar de la historia de este edificio tenemos que remontarnos al año 1780, cuando en una Real Cédula, ratificada en 1783, Carlos III manifiesta la necesidad de la creación en Madrid de un Colegio de Cirugía, que se establecería en el entonces Hospital General de Madrid. Esta creación fue propuesta años antes por el catedrático Pedro Custodio Gutiérrez y el Rector Martínez de Bustos, que señalaron la necesidad de tener en Madrid un nuevo Colegio de Cirugía similar a los de Cádiz y Barcelona, y fue aprobada por el Consejo de Castilla el 29 de agosto 1774.
La inauguración tuvo lugar el 1 de octubre 1787 en los locales del Hospital General, pero con carácter provisional. En 1798 se proyectó levantar el actual edificio en el solar del Hospital de la Pasión, pero no se llevó a cabo hasta 1831, en época ya de Fernando VII.
El arquitecto encargado de llevar a cabo este proyecto fue Isidro González Velázquez, pero no lo acabó, y fue Tiburcio Pérez Cuervo quien lo hizo. El edificio fue inaugurado en 1834, como se indica en la placa que hay en el Gran Anfiteatro; esta placa es en honor de D. Pedro Castelló y Ginesta, Médico de Cámara de Fernando VII, y que fue quien consiguió que la obra fuera llevada a cabo.
En 1879 se empezó una reforma del lugar por su mala conservación, y para darle un mejor aspecto; durante la misma se lleva a cabo la decoración del gran anfiteatro. El encargado de la misma es Ramón Padró y Pedret, quien la terminó en 1884.
En 1970 el Ministerio de Educación cede parte del edificio al Colegio de Médicos de Madrid, y el resto, al Ministerio de Administraciones Públicas. En 1997 fue declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento.
En lo que a la visita al edificio respecta el primer lugar al que nos desplazamos es al patio interior, después de haber recorrido una serie de pasillos donde podemos ver el “Juramento de Hipócrates”.
El patio interior separa las dependencias del ICOMEM con el resto del edificio perteneciente ahora al Instituto Nacional de la Administración Publica. En él podemos observar la decoración con medallones en honor de los grandes médicos de la historia, y una estatua en honor a Ramón y Cajal.
Desde el patio nos desplazamos a la biblioteca, la cual tiene forma de semianillo. En ella se pueden encontrar volúmenes sobre medicina de gran interés, y elementos que hacen referencia a la vida y obra de Ramón y Cajal.
Seguimos nuestra visita hasta el impresionante aula magna, como ya hemos comentado con decoración de Ramón Padró y Pedret.
De esta decoración podemos destacar en la zona del orador la placa de mármol en honor de D. Pedro Castelló y Ginesta junto a los retratos de Carlos III y Felipe VI. A ambos lados la representación de la Medicina y de la Cirugía. Continuando por el resto del hemiciclo podemos ver otras figuras representativas de las disciplinas relacionadas: la Terapéutica, la Química, la Zoología, la Filosofía, la Fisiología, la Física, la Botánica y la Mineralogía. Sobre estas representaciones se pueden ver veintiún retratos de ilustres médicos de San Carlos.
Y sobre ellos, en el techo, con 20 metros de diámetro, podemos observar representada la Historia de la de la Medicina.
Llegamos al Aula Ramón y Cajal, donde se reproduce como era un aula cuando el Premio Nobel daba clases, y donde podemos encontrar algunos de sus escritos y elementos de docencia.
Para finalizar acabamos en el Aula Gregorio Marañón, que tiene como curiosidad que se encuentra en el interior de uno de los antiguos aljibes del Colegio de Cirugía.
Finalizamos nuestra más que interesante visita al centro, comentado que este lugar se puede conocer mediante visitas teatralizadas, como en visitas guiadas al centro, ambas muy recomendables.
Fuentes y más información